El pescado azul, como el salmón,
es rico en omega-3, un ácido graso, que protege la salud cardiovascular.
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Si las carnes rojas, los
embutidos, la mantequilla, la bollería y las salsas industriales son la
estrella de su dieta, no tarde mucho en hacerse un análisis de sangre para
comprobar su nivel de colesterol. Puede que esta alimentación rica en grasas
saturadas y trans, tan poco equilibrada, no le haya hecho engordar (los hay con
esa suerte), pero contribuyen a aumentar el colesterol en sangre.
El colesterol es una sustancia
grasa natural necesaria para el normal funcionamiento del organismo, pero en su
justa medida. Lo que se conoce popularmente como colesterol «malo» (LDL), el
que se desposita en la pared de las arterias y forma las placas de ateroma,
debe estar por debajo de los 100 mg/dl; y el «bueno» (HDL), que transporta el
exceso de colesterol de nuevo al hígado para que sea destruido, por encima de
los 35mg/dl en el caso de los hombres y de los 40 mg/dl en las mujeres.
Lo normal es no sobrepasar los
200 mg/dl de colesterol total (la suma de los dos tipos). Actualmente, uno de
cada dos adultos en España lo tiene por encima de los niveles totales
recomendados. «El hígado fabrica el 80% de nuestro colesterol y el 20% lo
ingerimos a través de los alimentos», explica el doctor Plaza. Por eso, la
primera intervención cuando nos comunican que lo tenemos alto es un cambio en
la dieta. «Se da un periodo de prueba de dos o tres meses con una alimentación
muy estricta, libre de grasas saturadas. Si a pesar de esto, sigue elevado, se
pasa a los fármacos», apunta el presidente de la FEC.
Para controlar el colesterol malo
a través de la alimentación «hay que potenciar en la dieta las frutas,
verduras, pescados azules, legumbres, carnes magras y los frutos secos, en
especial las nueces por su alto contenido en omega 3», enumera Lina Robles,
dietista-nutricionista del Hospital Sanitas La Zarzuela. Con el objetivo de
reducir al máximo la ingesta de grasas, la experta recomienda optar por los
lácteos desnatados o semidesnatados, utilizar aceite de oliva en la cocina y
beber agua, evitando el alcohol de alta graduación y las bebidas azucaradas.
Alimentos enriquecidos
Lo que se debe evitar en caso de
tenerlo alto, y limitar, aunque estemos bien, son las grasas saturadas y los
azúcares añadidos. «Hay que tener cuidado con quesos y embutidos grasos,
eliminar la bollería industrial, las carnes grasas, las mantequillas, salsas
comerciales, los precocinados, el alcohol de alta graduación, las bebidas
azucaradas y los aperitivos salados», aconseja la nutricionista. En cuanto a la
forma de cocinar, lo aconsejable es preparar los alimentos al horno, a la
plancha, a la parrilla, al microondas, asados o al vapor.
El colesterol alto puede ser hereditario
Si el colesterol no baja con el
cambio de dieta, puede que la persona tenga hipercolesterolemia familiar, una
enfermedad hereditaria que provoca niveles de colesterol perjudicial muy
elevados desde el nacimiento. «Pueden duplicar o hasta triplicar las cifras
consideradas normales», explica el doctor José Ramón González-Juanatey,
presidente de la Sociedad Española de Cardiología (SEC). Aunque es de difícil
diagnóstico (sólo el 20% de los portadores están correctamente diagnosticados y
tratados) existen síntomas que pueden alertar de su presencia (colesterol total
mayor de 300 mg/dl, hipercolesterolemia en familiares de primer grado o infarto
de miocardio en edades tempranas). «Si la detección y el tratamiento se
realizan precozmente se evitará la carga de enfermedad coronaria y estas
personas pueden tener una esperanza de vida similar a la de la población
general», afirma el presidente de la SEC.
Fuente: ABC.es
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